Para lograr una seguridad vial óptima en las ciudades es de vital importancia la educación vial. Tal y como establece la Ley 1503, por la cual se promueve la formación de hábitos, comportamientos y conductas seguros en la vía y se dictan otras disposiciones, esta educación vial debe tener unas características concretas para que permita llegar a conseguir una seguridad vial óptima.
LA LEY 1503
La primera característica es que la educación vial debe ser permanente, esto es, debe acompañar el desarrollo de la persona en todas sus etapas de crecimiento. La educación vial no sólo debe estar presente a la hora de obtener la licencia de conducir sino que es de vital importancia que las personas aprendan educación vial desde que son pequeñas. Se trata de hacer de la educación vial un elemento que nos acompañe a lo largo de nuestra vida, a través de cursos, talleres o diferentes tipos de formación.
En segundo lugar, la educación vial tiene que “integral, transmitiendo conocimiento, habilidades y comportamientos positivos”. Es importante saber que la seguridad vial no sólo se basa en el conocimiento de normas y reglamentaciones sino también en los hábitos, comportamientos y conductas de los usuarios. Por ello, hay que establecer a través de la educación vial una relación entre el conocimiento teórico y el comportamiento, a través de, por ejemplo, campañas formativas, proyectos de investigación e iniciativas que conciencen a peatones y conductores de la necesidad de una movilidad racional.
El tercer aspecto, no menos importante, es que la educación vial tiene que estar basada en unos valores fundamentales como la solidaridad, el respeto mutuo, la tolerancia o la justicia. En un entorno urbano o interurbano, ya seamos peatones o estemos manejando nuestro vehículo, debemos comportarnos de una forma tolerable.
Por último, la Ley 1503 destaca la importancia de la educación vial como un factor para lograr la convivencia en paz entre todos los actores de la vía. La seguridad vial es, en definitiva, algo que nos concierne a todos.